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Catedral de Santiago de Compostela

Santiago de Compostela

La tumba del apostol a final del Camino

El eremita Pelayo, una noche del año 814, abandonó su retiro y corrió a avisar a Teodomiro, obispo de Iria Flavia (Padrón), de una lluvia de estrellas que llevaba avistando durante varios días en el Campus Stellae, Compostela, un lugar sagrado en el extremo occidental de Europa indicado por la Vía Láctea. Marcaba la tumba del apóstol Santiago y sus discípulos Teodoro y Atanasio, en torno a la cual se edificó el gran centro de peregrinación cultural y religiosa que hoy conocemos. Su construcción inicial fue una ermita de adobe, transformada en basílica de mármol y estilo asturiano con Alfonso III, que fue arrasada por Almanzor en el año 997. La catedral románica actual se erige a partir del año 1078 por orden de Alfonso VI y del obispo Diego Peláez bajo traza del maestro Bernardo, y se concluye en tiempos del obispo Gelmírez, propulsor de las peregrinaciones, que con el maestro Esteban y después con el maestro Mateo la convierten en una obra capital del arte románico, finalizada según el Codex Calixtinus en 1114. Importantes modificaciones góticas, renacentistas y barrocas de la portada Real, la torre Berenguela y la fachada del Obradoiro y la neoclásica de Azabachería transformaron su fisonomía exterior. Fue declarada Bien de Interés Cultural en 1896.

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